Recovecos

Es curioso como la realidad llega al punto presente, me refiero a que las cosas siguen caminos confusos hasta convertirse en algo tan cotidiano que ni siquiera llegamos a plantearnos cuál fue el momento en el que elegimos determinado camino. Seguramente porque no existe un único vector decisivo sino por las mil y una casualidades/causalidades.
Ahora me resulta conmovedor recordar la historia de amor más linda del mundo, "El amor en tiempos de Erasmus" (tal vez ni García Márquez pudo siguiera llegar a imaginarse algo semejante).
Hoy lo he acompañado a la estación después de que se presentara el jueves para dar hacerme un regalo sorpresa, regalarme un día. Yo por mi parte, como casi no pude hablar cuando lo vi, decidí otro regalo sorpresa, regalarle el domingo. Así hemos convertido un fin de semana en cinco días.
Anoche hablamos de toda nuestra historia llena de recovecos sorprendentes, ya sin importancia alguna por la certeza de tenernos, y si alguno de los dos hubiera tomado decisiones diferentes en aquel momento, seguramente ahora no estaríamos juntos.
Él desde el autobús que lo lleva a Madrid y yo desde esta casa, escuchamos al mismo Quique González, esta canción que me inunda "ahora ya no puedo subirte la falda ni cogerte con vicio..." pero hace más o menos medio año los dos en Torino notábamos como yo perdía el tranvía y debía quedarme una noche más a dormir en su casa, sonaba lo mismo y la luz se intuía, nos acariciábamos la espalda, escuchábamos la canción temiendo que se nos parecía bastante. Ayer hablamos de ello, allí, ambos pensábamos cosas muy distintas a las que realmente pensaba el otro.
Temíamos que se acabaría al volver, luego que se acabaría al terminar las vacaciones... pero ya no podemos evitarlo, estamos domesticados y nos gusta.