De azules y libros

SUCEDE... QUERER HABLAR CON LOS LABIOS CERRADOS; TANTOS COLORES IGUALES EN LAS CABEZAS DE TANTA GENTE DISTINTA... POR DONDE PASA UNA PERSONA PASA SU NOVELA... LIBROS LLENOS DE AZULES, DE AZULES Y DE LIBROS...

miércoles, febrero 23, 2005

Más de azules que de libros


Es cierto, tal vez las buenas novelas no enganchan desde el principio, como "Los aires difíciles" de Almudena Grandes.
Todo esto podría asemejarse a una de esas películas o canciones que son demasiado especiales para ser verdad.
Un plan trazado 24horas antes de beber sangría en el parque, asar carne y congelarnos con una guitarra. Decidimos continuar la fiesta en la casa en la que caben todas las historias que te puedas imaginar.
Antes de comenzar a celebrar nada asando chuletas, alquilamos nuestro cochecito azul con cd incluido, y cuando nos quisimos dar cuenta eran las dos de la mañana, sonaba el cajón y las palmas augurando que no descansaríamos ni llegaríamos a ver los "Uffici".
Tarde nos levantamos y tarde vimos que la nieve caía en Torino, pero Florencia está al sur, y en sur suele oler a sal y soles así que no cogimos las botas de lunares y metimos las mochilas en el maletero.
Me gusta la sensación de viajar así, como caídas de paraguas, ver como las calles se vuelven diferentes, sentir la ciudad como una descripción al margen de lo que verdaderamente importa, la historia, como el Paris de la "Rayuela" de Cortázar.
Hacia abajo, cada vez más nieve, la playa nevada, paisaje europeo, como cualquiera de los cuentos de Hesse, y nosotras preguntándonos cómo era posible la nieve en Genova.
Bloqueadas en una gasolinera, sin saber si seguir o volver, ahuyentando a los cuatro pesados que querían vendernos unas cadenas para que la policía no nos pillara, (imagen de las cinco corriendo en el coche con el hielo en el suelo y los carabinieri detrás con la sirena, muy Tarantiniano).
Se acabó la imagen, nada nada... sobre la marcha cambiamos el viaje... si en el norte no nieva... vámonos a Parma.
Parma; río a los dos lados, frío, frío, mucho frío, y los pantalones empiezan a calarse hasta las rodillas.
Una Boloña en pequeñita, edificios en "tonos tierra" y un millón de tiendas de lana. Medieval, peatonal, con un trozo de pizza y un parque parecido al Retiro.
Volvemos al coche camino a "Padova", al menos no nieva. Nuestro contacto busca albergue, nosotras buscamos las calles y al final paseamos por la ciudad de noche, pensando en cómo sería mi vida si me hubieran dado la beca allí en vez de a Torino. Plaza de la Erba, el parque, las callecitas y las plazas por todas partes, lo bajo de los edificios y el frío... que frío dios mío, sobreviviendo gracias a un café en tres minutos.
Dormimos en el albergue, calefacción y cinco camas, desayuno en la mañana y de nuevo al abrir la ventana, la nieve había vuelto a llegar hasta nosotras, pero esta vez estábamos preparadas: pantalones remangados, calcetines, bolsas de plástico y todas las ganas de llegar a Venecia.
El coche en el pueblo cercano, el tren que se iba, que se iba y nosotras reteniendo al revisor en la puerta, llegar a la estación, ver el canal, andar ya heladas hasta la "Santa Croce", buscando la una plaza San Marcos en la que se podían hacer muñecos de nieve, la iglesia bizantina, los techos de oro, el suelo en desnivel y el fríooooooooooooooooooooooo hasta los huesos.
Un café, o un sprizt, (una especie de vermut a la italiana) y las calles, los canales, las góndolas nevadas, el cielo blanco.
Unas afortunadas, hacia 25 años que no nevaba en Venecia y nosotras lo hemos visto.
El cielo blanco, hielo en el suelo, sal y palas por todas partes y una tortura que no nos dejó disfrutar de una de las ciudades mas bellas del mundo como realmente se merecía.
Otro café, mojando galletas de chocolate en el capucino, "La Republica" el referéndum de Madrid, y vuelta al tren.
Adiós al cristal de murano y de nuevo a resucitar en el coche camino a una Verona mágica.
Dormir en un castillo con la cruz de neón blanco sobre la montaña frente a nosotras,
pensar en los Capuleto y los Montesco mientras caminamos por calle medievales y mientras en otra parte de la ciudad un investigador privado mata a dos policías y una prostituta, muy Auster en su "Trilogía en Nueva York".
Una noche paseando junto al río, las plazas, el teatro romano, el urbanismo tan cuidado...
Noche en el castillo, paredes de frescos y literas de sabanas blancas.
Volvemos a casa al día siguiente, Torino como casa.
Nada más, el tiempo eligió este capitulo, como en una de esas novelas que son tan especiales que parecen que no son verdad.

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1 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Que seria de nosotras sin nuestra estrellita? Bo.
Por unos minutos parecia q se apagaba, pero brilló de nuevo.Demasiada caÑa le hemos dado a la pobre, necesitaba descansar... Seguira brillando mucho tiempo, eso espero. Y el viaje a Roma xa cuando?

6:04 p. m.  

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