Un dia cualquiera

Hoy amaneció gris, y con un sombrero de mafiosa la ciudad se convierte en el escenario perfecto para una de esas películas de gamster y rubias despampanantes como la novia de Rogert Rabit.
Voy fumando un cigarro y me acerco a Piazza Castello a recoger un carrete de nuestro viaje a la preciosa Venezia helada, menudo viaje -sonrisa-.
A veces afloran las nostalgias, y más hoy que estando en Internet por la mañana, Bea prometió hacerme la comida -no te preocupes, entonces ¿cómo lo hago?- me dijo antes de salir.
Ámina también comió con nosotras (desfases con el horario de la mensa).
Suena Amelie, la canción que me gusta, la de los violines, y el día sigue grilllo por la ventana y hablamos de un concierto que me emociona, Jorge Drexler en Torino, gratis.
Me acuerdo de la cuarta (ya nos hemos hecho Wind, rubia).
Acordes y desacuerdos, es cierto, sigue sonando la música del cd celeste que me llegó desde Madrid y yo sigo pensando, pensando demasiado tal vez, ya me conozco, ya me conocéis.
Supongo que será el tiempo, hablar del tiempo puede ser que también me afecte, gente a la que se supone que debo tener claro que no puedo seguir queriendo y que no tengo tan claro que quiera, más gente a la que debería analizar con cuidado porque querer así es peligroso... más trabas...
Decidir no decidirse, a veces, que las cosas deban ser y sean tan simples como eso, puede ser muy complicado de entender.
No sé, será el día, es sólo que se fue un poco el sol
Etiquetas: introspecciones