Perdón por la nostalgia

¿Qué hacer cuando la gente se te escapa de las manos?
La nostalgia de lo que no has hecho es insoportable, sobre todo si sueño con desiertos llenos de amigos y peyote. El amanecer allí me ha recordado a eso que cuentan los viajeros sobre el azul del hielo en la Patagonia: amaneceres verdes pero necesito a tanta gente allí (hoy también aquí).
Y es que a veces la idea de que llegarán nuevas caras no compensa demasiado.
Digo adiós a la carrera, y la nostalgia por cosas pasadas es igualmente insoportable, ni siquiera las cenas y las tardes en la feria me tranquilizan, si al entrar en la biblioteca suspiro a modo de caria...
Mi familia ha crecido, y no me refiero a que haya un miembro más sino a que somos todos más viejos; ver a mi abuela tan mayor, a mi primera prima casada, y mirar un poco a esos niños que parecían espectros de nosotros mismos y que no paraban quietos y correteando por todas partes, nosotros ya estábamos bien sentados y estupendos tomando vino y hablando de política y países empobrecidos y rememorando anécdotas de noches alcoholizadas.
Parece que hoy los puntos suspensivos tienen más sentido que nunca... (...) (...)
Llegará un bebé (el pequeño Leo) en septiembre y tendré otra isla más con la que entristecerme; ya Palma también está en mi vida.
Y al encender la tele, un anuncio del Fiat nuevo, con una bellísima canción en italiano que me recuerda todo aquello, a todos ellos. Casi dos años sin verlos.
En verano llegarán encuentros isleños y peninsulares, pero no estará La Mole de fondo.
Hoy es un día de domingo y a veces se le hacen a uno nostálgicos