De azules y libros

SUCEDE... QUERER HABLAR CON LOS LABIOS CERRADOS; TANTOS COLORES IGUALES EN LAS CABEZAS DE TANTA GENTE DISTINTA... POR DONDE PASA UNA PERSONA PASA SU NOVELA... LIBROS LLENOS DE AZULES, DE AZULES Y DE LIBROS...

jueves, mayo 10, 2007

Oda a mi musa

Ohh musa mia de grandes ojos penetrantes
no te basta con ser mi laxante,
sino que eres tan dulce y tan bella
que ya se como terminará mi novela.

(¡¡gracias Isa!!)

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Marcela quería ser un pez

Marcela quería ser un pez.
-Los peces traen mala suerte-
Y qué sabrán ellos. Nunca han salido de si mismos, ni siquiera han sentido al otro en mitad de un orgasmo, sin embargo no dudan en afirmar que los peces traen mala suerte ( Marcela sabe que son ellos los que abrazan el malfario)
Veintitrés años, dos ojos pequeños, labios carnosos y roídos por miles de dientes anónimos y una nariz huesuda tapizada por mil pecas.
Marcela prefería ser un pez en lugar de arquitecto, funcionario, médico...
Estaba empeñada en encontrar una facultad donde pudiera adquirir branquias y aletas.
Su idea la obsesionaba desde niña.
Era tres años mayor que las quintillizas por lo que la ocupación de su madre la obligó a permanecer años entre olorientos pañales llenos de orín con un podrido tufo a amoníaco y sucias heces verdes que exhalaban una amargo edor a papilla de verduras.
El único lugar donde se le permitía mear y cagar sin pañales era en el mar.
Allí curaba su pequeño trasero lleno de ampollas escocidas.
Es lógico: Marcela quería ser un pez.
Creció chupando las sobras de los potitos de fruta.
Demasiado pequeña para ser madre, demasiado impaciente para ser hermana. Marcela nunca se integró en la unidad fraternal.
Lloraba todas las tardes al ser ignorada por sus hermanas (Pata, Peta, Pita, Pota y Adelaida)

Se levantó como todas las mañanas tras haber soñado con ser “La Sirenita”.
Agitó su pelo corto y bostezó durante un buen raaaaaaaato.
Su saliva tenía una pastosidad exagerada (fruto del bocadillo de tortilla con cebolla de la noche anterior)
Casi no podía abrir sus ojos porque una masa blanda y costrosa unía sus pestañas aún sin desmaquillar que servían de festín a los ácaros que flotaban por toda la habitación.
Se levantó como un zombi mientras iba arrancándose todas las costras purulentas que encontraba por su cuerpo.
Se miró en el espejo y lavó su cara con agua para vencer a las legañas.
Descubrió un pequeño grano encima de su ceja izquierda.
Comenzó a oprimir el pequeño vulto mientras salía un líquido húmedo y blanquecino con la misma apariencia que un gusano retorcido.
Apretaba y apretaba con las uñas repletas y cuajadas de una masa negra y sucia que nunca se atrevió a limpiar (sus manos eran un ecosistema y Marcela era ecologista)
Se sentó en el retrete mientras Cenicienta, desde su cuento, se sentía el paradigma de la higiene.
Apoyó sus huesudos codos sobre sus carnosas piernas y comenzó a ...
... apretar, apretar y apretar...
Sus mejillas taparon por completo los pequeños ojos que se achinaban y encogían el compas de cada intento.
La respiración regular dio paso a suspiros y gemidos, más propios de una noche de lujuria que de aquella cagada.
El esfuerzo comenzó ha hacer efecto, y su intestino grueso comenzó a soltar aquella masa marrón y olorienta que tantas horas le había costado modelar.
Aquella gran y magnifica podredumbre parecía estar cómoda en su culo.
Marcela tuvo que dosificar las asquerosas escapadas cortándolas con un leve movimiento de abdomen, obligándolas así a saltar de cabeza al interior de la piscina acompañadas de un “clok”.
Un “Clock” parecido al que suena cuando tiramos una piedra al mar ( y tiene que ser al mar porque Marcela quería ser un pez)

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martes, mayo 08, 2007

Alicia y Arturo

-Deja tu mensaje al oír la señal.Arturo está en la ducha, -Emm soy Alicia,- Arturo intenta salir pero se abre la cortina y la alcachofa parece una serpiente desbocada por todo el baño -Era solo por si te apetecía dar una vuelta, hace una tarde preciosa- Consigue sortearla pero resbala al intentar coger una toalla. -Bueno, cuando sea llámame ¿vale?- Arturo corre a coger el teléfono pero han colgado.De repente llaman al timbre. Es Alicia con el móvil en la mano.-Estaba en la ducha- sonríen, las evidencias siempre les parecieron divertidas.-Voy a ponerme algo y vuelvo.Ella entra temerosa en el salón, como si no le perteneciera estar allí, como si invadir esa intimidad sin permiso fuera terrible y peligrosa, como si no pudiera volver a salir de allí con vida.Observa los cuadros, algunas acuarelas baratas y un par de poemas enmarcados, (suelta una carcajada que le sube los colores) Hay muchas fotos, una de Él con un bebé, con una anciana y con una mujer hermosa que se le parece.Arturo la descubre, y descubre que no desentona demasiado en ese salón con pocos muebles, con pocos libros... su cuerpo pequeño con olor a caoba ocupa bien el espacio.Se sienta y no la interrumpe en su investigación, enciende un cigarro con el pelo aún mojado.Ahora Alicia no está violenta, cómo si mirar por dentro a alguien mientras está delante fuera menos descarado que comentar por la espalda.Alicia está serena y hermosa.Se sienta a su lado en el sofá y no sabe que decir, pero no le preocupa el silencio, al menos no en ese instante.Arturo comienza a darle una conversación fácil, como un buen samaritano que le diera la mano a un ciego para cruzar la calle. Ella es tímida y lo agradece con una carcajada, con un comentario. Él contesta con humor mientras consume sus caladas mirándola fijo a los ojos.Comienzan a rozarse y caminan hacia el cuarto.Se desvisten. Es como si él ya la hubiera tocado antes, como si su olor fuera antiguo, antiguos sus gestos, cómplices sus miradas.Alicia lo ama por primera vez desde dentro, para ella todo es nuevo, todo es fácil. No hay monstruos debajo de la cama.Cuando terminan ella mira al techo satisfecha y él la observa de costado, todo típico, todo de película mala, de literatura barata.Entonces ella ve una foto que le resulta familiar en la repisa.Se consterna. Se levanta.La sujeta en la mano.Le pregunta.-De que conoces a esta niña.-Es una foto de mi antigua novia, Inés.-Es una foto de mi antigua hermana, Sofía.

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