Y también viceversa.

Mi olivar está nevado y las fuentes congeladas. Todos preguntan si aquí tengo frío, y yo sonrío cómplice sabiendo que no está mal que por una vez les toque a ellos.
Estudio y siento mía la ciudad, como el camino a Cartuja que sigo normalmente por estas fechas. Esperar el "U" y desayunar tostadas de tomate, solo que aquí camino por Via Verdi hasta la biblioteca de "Filosofía y Letras" y tomo un calzzone a medio día para no perder el tiempo y adaptarme a estos horarios.
Día feliz y extraño: hace sol, hace amigos, he estudiado todo el día y sólo me llegan buenas noticias desde la realidad, por fin "co-crear" ha hecho su efecto y eso me ha puesto de buen humor.
A la vez, la tristeza es subcutánea, intravenosa, como el frío trae la nieve también trae las nostalgias, nostalgias de habitación. Y la certeza de que mucha gente en este momento necesita un abrazo enorme, como el que yo necesito.
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